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martes, 27 de enero de 2015

Reseña Manos Sucias, Carlos Quílez

Título: Manos sucias
Autor: Carlos Quílez
ISBN: 978-84-15900-82-5
Editorial: Alrevés
Género: Novela de no ficción
Páginas: 243
Precio: 16,15 €

Que en este país no es oro todo lo que reluce ya lo sabemos, y que una parte nada despreciable de la casta política vive del cuento, también. Es más, empezamos a conocer la punta del iceberg, pero ignoramos cómo son las entrañas de un Estado que se pudre día a día, expoliado por intereses bastardos, y a menudo coincidentes, de importantes estructuras financieras, partidos políticos y poderes públicos. Estas MДИOS SUCIДS son las de la impunidad de empresarios y gobernantes vendidos al poder, al sexo y al dinero. Que sean víctimas de sus propias orgías por delincuentes de poca monta o se asocien con la mafia rusa, qué más da. Sus negocios son tan espurios como inmensos en un intercambio de favores que van más allá del escándalo. Andreu García, de los Mossos d’Esquadra; el comisario Pardina, del CNP; el sargento Vílchez, de la Guardia Civil, y la conocida periodista Patricia Bucana organizan la que será la mayor redada anticorrupción de la historia, lo cual implica exponer sus vidas y enfrentarse a todos los poderes fácticos en juego, enredados en una trama que crece a un ritmo furioso gracias al imperativo de toda investigación policial de esta envergadura: hay que apresar a los malos con las manos en la masa. Al final, y en el caso de Carlos Quílez, uno de los periodistas de investigación criminal más importantes que hay, la cuestión no es otra que esta: ¿y si la novela fuese el único espacio de libertad que queda para poder contar lo que no se puede decir, por increíble que parezca? A lo que el autor responde con mano experta, persuasiva y veterana, apuntalando el armazón de este nuevo género, el de la novela de no ficción, con el fin de disfrazar la realidad —¿o era al revés?— y convertirla en literatura.

Reseña

El fiscal anticorrupción investiga los usos del dinero público de un Ayuntamiento, para mariscadas por parte del alcalde. Se investigan inversiones fraudulentas en las que el capital lo aportan las mafias rusas a través de empresas españolas para blanquear el dinero. Un político del partido en el gobierno cobra comisiones por recalificaciones fraudulentas, no sé si será casualidad pero se llama Luis Cércenas (no hay errata); todos estos “negocios” los hace en prostíbulos, reservados de restaurantes de lujo y otros escenarios similares. Investigan asaltos y robos a viviendas de políticos, con secretos que ocultar, por bandas del este. Una de las empresas que están en el ojo de la policía se llama Caspisa, supongo que por no poner Casposa. Como en el argumento no se podrían incluir todos los delitos y corrupciones que se pueden cometer porque no habría policías para investigarlos, el autor aprovecha una conversación privada de dos de los empresarios para hacer una lista de los delitos en los que andan metidos, no dejan casi ninguno sin cometer.

Esta relación de delitos, que cualquiera conoce a poco que haya leído un periódico, haya visto las noticias en cualquier canal de televisión o haya escuchado cualquier emisora de radio, los investigan la Guardia Civil, la Policía Nacional y los Mossos d’Esquadra en una casi perfecta armonía, algo que me ha resultado increíble, supongo que aparecen todos en la novela porque en la realidad todos estos cuerpos de seguridad son los que han ido destapando los casos reales de corrupción en España. Hay un personaje de cada cuerpo de seguridad.

Para redondear la historia los policías llaman a dos periodistas para contarles los avances de las investigaciones. Una de ellas es muy “amiga” del policía nacional y la otra es muy “amiga” del guardia civil. Cada vez que los policías cuentan a las periodistas los progresos de las pesquisas son recompensados con unas cervezas o unas copas y en ocasiones con comidas que son pagadas religiosamente por estas avezadas reporteras. Me ha chirriado que los policías sean tan cotillos y les falte tiempo para contar con pelos y señales la evolución de unas investigaciones tan delicadas.

Si tengo que salvar algo de esta novela es la prosa que facilita una lectura ágil, desenfada y con chispa. Consigue muy bien reflejar el argot de los policías y de los delincuentes. Sabe ponerle dosis de humor para hacer más llevadera la lectura.

Los personajes apenas están esbozados en su papel aunque no necesitan más porque los conocemos sobradamente de la realidad. No tienen ninguna cualidad que pueda destacar, se limitan a cumplir con un papel que ya conocemos porque el fin es descubrirnos un mundo sórdido y corrompido en un catálogo que no deja fuera drogas, prostitución, atracos, recalificaciones fraudulentas, etc.

Para terminar porque estas reseñas son las que menos me gusta hacer, una novela previsible en todo, conocemos desde el principio el desarrollo del argumento, no hay sorpresas y no he conseguido empatizar con los personajes. Una historia repetida en los medios de comunicación cientos de veces y en bastantes ocasiones la realidad supera con creces a esta ficción.