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sábado, 2 de febrero de 2013

Reseña David Copperfield, Charles Dickens

Título: David Copperfield
Autor: Charles Dickens
ISBN: 978-84-670-3819-4
Editorial: Austral
Género: Narrativa
Páginas: 1.079
Precio:  15,90 €

La huella autobiográfica que Charles Dickens (1812-1870) dejó en David Copperfield, una de sus obras más importantes, convirtió este libro en el más cercano a su corazón. David, como Dickens, vivió una infancia feliz leyendo y asistiendo a la escuela hasta que su suerte cambió. La transmutación íntima de ambos, protagonista y autor, fue compleja y sutil. Aunque ficción y realidad no siempre coinciden, las desdichas de la niñez, el trabajo en la abogacía, la condición de escritor y varios de los personajes responden a la experiencia personal de su autor. Narrada desde la distancia del adulto, la vida de David Copperfield encierra sátira y humor irónico, luto y angustia, pero también mucha alegría y ruido de personas.

Reseña


Este libro es un relectura. Lo había leído hace bastantes años y tenía la duda de si había resistido bien el paso de los años. Todos sabemos que cuando releemos un libro después de algunos años, sobre todo si el libro no es tan bueno como creímos en un principio, nos llevamos una decepción notable. Me ha pasado hace dos o tres meses con algunas novelas que me entusiasmaron en su día, cuando las leí y que en su relectura no he podido ni terminarlas.

No es el caso de David Copperfield. Su lectura me ha resultado deliciosa. Las emociones que en su día me produjo, han seguido intactas, quizás más matizadas, suavizadas, pero han sido las mismas.

La primera parte me ha resultado desesperante, un poco angustiosa. Cuando te metes en la piel de David y tienes que luchar desde la debilidad de un niño contra unos adultos irracionales, como su padrastro Edward Murdstone y su hermana en una sociedad absolutamente encorsetada, con unas normas sociales excesivamente rígidas. Una sociedad machista, que hoy ni nos podemos imaginar y una educación donde el castigo físico era moneda corriente. La orfandad prematura que deja a los niños descolocados en este mundo y a merced de personas, que no siempre son las que más les convienen.

Después la novela se “dulcifica”, transcurre por los derroteros normales de la vida, donde se mezclan perfectamente las penas y las alegrías, ya que la vida está formada de rachas de ambas.

Nos hace un retrato perfecto de la sociedad del siglo XIX. Nos habla de valores que hoy están en desuso, como el honor; de sentimientos puros como el verdadero amor, la verdadera amistad o el verdadero odio, disfrazado de falsa humildad. Valores y sentimientos que los deja perfectamente definidos y aunque en la novela no se manifiesten explícitamente en algunos momentos, nosotros sabemos distinguirlos perfectamente.

Aunque el título de la novela lleva el nombre del protagonista, según yo lo he percibido, Dickens consigue meternos en la piel de David y resulta más importante lo que vemos con sus ojos que la propia vida del protagonista, las personas que le rodean y su comportamiento en esa sociedad.

Los personajes están perfectamente definidos. No hay medias tintas, o son adorables, rozando con la perfección, o son detestables. Excepto su tía Betsey Trotwood que pasa de ser detestable a ser absolutamente adorable.

La prosa es perfecta, con un vocabulario sencillo pero con muy buen gusto y el extremo de esa excelencia lo marca Wilkins Micawber, amigo de David Copperfield desde el colegio. Y quizá el ejemplo más notable esté en la carta que le dirige Micawber a Copperfield. No la reproduzco porqué es excesivamente larga pero me parece magnífica. Si alguien tiene curiosidad y tiene esta edición, se encuentra en la página 867.

La novela es perfectamente previsible, como no podía ser de otra manera en una novela del siglo XIX, y más en esta novela que está considerada la más autobiográfica del escritor, pero de todos modos yo me la he bebido, no encontraba el momento de parar de leer y estaba deseando retomar su lectura.

Lectura, en mi opinión, imprescindible. Los que hace tiempo que la leísteis os animo a releerla y los que no la habéis leído todavía, aunque no esté dentro de vuestros gustos literarios, probar a leerla que, creo, no os defraudará. Siempre que tengamos en cuenta que transcurre el siglo XIX y no en el siglo XXI. Hay que poner la mente en ese siglo.
Esta novela está incluida dentro del reto  Seamos realistas.


 

Enzo desde Liberty Café