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viernes, 18 de enero de 2013

Reseña Ladrones de tinta, Alfonso Mateo-Sagasta

Título: Ladrones de tinta
Autor: Alfonso Mateo-Sagasta
ISBN: 978-84-9872-650-3
Editorial: Ediciones B
Género: Novela histórica
Páginas: 574
Precio: 6,95 €

Mateo-Sagasta sumerge al lector en el Siglo de Oro, que plasma con maestría y lujo de detalle, así como agilidad y sentido del humor.

Diez años después de que Francisco Robles editara la novelita titulada 'El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha', un tal Alonso Fernández de Avellaneda se atreve a sacar una segunda parte. Robles, furioso por que un avispado le pise un negocio por el que lleva años luchando, encarga a Isidoro Montemayor, uno de sus empleados, que encuentre al tal Avellaneda para ajustarle las cuentas.

Curtido en toda clase de lances tras sus años como encargado de un garito y gacetillero de la Corte, Montemayor se mueve como pez en el agua tanto en los tugurios más inhóspitos como en los círculos literarios más selectos. Indagando en unos y otros, pronto descubre que Avellaneda no existe, sino que es un seudónimo tras el que se oculta alguien que afirma haber sido ofendido por Cervantes, a quien trata de cornudo y homosexual.

A Montemayor no le queda entonces más remedio que sumergirse en el Quijote y en la vida de don Miguel para comprobar qué hay de verdad en ello y quién puede querer tan mal al maestro como para acusarlo de algo que puede llevarlo a la hoguera.

Mateo-Sagasta sumerge al lector en el Madrid del Siglo de Oro y plasma con maestría y lujo de detalle, así como agilidad y sentido del humor, un período único en la historia española.


Reseña

Lo primero que tengo que decir es que no me ha parecido una novela histórica al uso. Al tratarse de una investigación para descubrir a Avellaneda, el escritor de la falsa segunda parte de El Quijote, se convierte en una novela "policiaca". Y una parte importante del argumento pasa por las rencillas, las puyas, los ataques personales que se dirigen entre sí las cuatro plumas más importantes del Siglo de Oro español. Miguel de Cervantes Saavedra, Lope de Vega y Carpio, Francisco de Quevedo y Villegas y Luis de Góngora y Argote.

No hago referencia a Garcilaso de la Vega porque su obra es cien años anterior a cuando se desarrollan los hechos. No me olvido de Pedro Calderón de la Barca, pero no aparece en la novela porque era un niño cuando ocurren los hechos narrados. Tirso de Molina es nombrado de forma tangencial pero nos enteramos como eligió el pseudónimo.

Mateo-Sagasta demuestra un gran conocimiento de la obra de estos cuatro escritores. Nos recuerda diferentes obras, a quién estaban dedicadas y porque motivos. Las obras de teatro, los poemas y las novelas eran la forma que tenían de educar por un lado y por otro, dar a conocer las gestas y las bondades de los gobernantes, al pueblo llano.

Nos recuerda pasajes, frases o situaciones de las diferentes novelas, obras de teatro o poemas en los que unos arremetían contra otros, donde se ridiculizaban o directamente se insultaban, eso sí, siempre con una fina ironía o con metáforas insuperables. Con una calidad y una inteligencia que muy pocos escritores tienen y estos cuatro tenían de sobra.


La investigación que lleva a cabo Isidoro Montemayor sobre el autor de la falsa segunda parte de El Quijote está desarrollada como en las mejores novelas policiacas, con sospechosos, análisis detallados, amenazas, agresiones, venganzas e intrigas. Tiene todos los ingredientes de este tipo de novelas para mantener la tensión narrativa hasta el final.

La investigación está perfectamente organizada. Tiene diferentes hilos de indagación y las pesquisas de cada uno de estos hilos nos llevan a callejones sin salida, unos y otros dan paso a los siguientes.

El resultado se adivina pero poco antes del final, con lo que no pierde emoción y tampoco defrauda.



 Otra parte importante de esta novela es la descripción de las costumbres sociales de Madrid en los principios del siglo XVII. Como vivían, como se relacionaban, que costumbres tenían los hombres, que costumbres las mujeres. Como era la justicia y como se aplicaba. En definitiva, un retrato magnífico.

En ocasiones, estas descripciones, pueden parecer procaces e incluso escatológicas, pero como son hechos históricos, a mí no me ha molestado, son lógicas con el desarrollo del relato.

La prosa esta muy cuidada, adecuándose a la época. Una redacción ágil y en ocasiones con un gran sentido del humor, lo que hace una novela de lectura deliciosa y divertida.

Para terminar, me parece una lectura muy recomendable -imprescindible- para los que les guste El Quijote y la literatura del Siglo de Oro.  Si no es así, puede ser que no les guste la novela, pero ojalá que fuera al revés y leyendo esta novela, se enamoraran de esta literatura.






Enzo desde Liberty Café